El asno Trasno y el canguro Arturo
El campo estaba petado de animales para ver una feroz pelea entre dos contrincantes desiguales
Se trataba de Arturo el canguro, un tipo duro, que estaba de su victoria seguro. Estaba tan seguro que con prepotencia se reía. ¡Y qué chulería tenía!
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Llegó asno Trasno, trotando y rebuznando, más que rebuznando, llorando, ya que no sabía pelear y el canguro le iba a zurrar, pero debía defender el honor de su hija Leonor, a la que el canguro Arturo había insultado de mala manera en la pradera.
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Las espectadoras y espectadores, animadores y animadoras estaban ansiosos y ansiosas por ver izquierdazos y derechazos.
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El árbitro era el caballito Manolito, que les dijo aquel atardecer:
-Vale todo menos morder.
-Vale todo menos morder.
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Se pusieron a pelear alzados en las patas de atrás, y: "¡Plas, plas, plas, plas, plas, las...!" El que las daba todas era el canguro Arturo y le da daba a Trasno el asno muy duro, tan duro le dio que lo derribó, aunque el asno Trasno, asustadito, se levantó.
Se pusieron a pelear alzados en las patas de atrás, y: "¡Plas, plas, plas, plas, plas, las...!" El que las daba todas era el canguro Arturo y le da daba a Trasno el asno muy duro, tan duro le dio que lo derribó, aunque el asno Trasno, asustadito, se levantó.
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El asno Trasno se volvió a poner de pie, pero viendo que iba salir de allí a gatas, se volvió a poner a cuatro patas.
El canguro Arturo, viéndose campeón, le dijo con su vozarrón:
El asno Trasno se volvió a poner de pie, pero viendo que iba salir de allí a gatas, se volvió a poner a cuatro patas.
El canguro Arturo, viéndose campeón, le dijo con su vozarrón:
-¡No me des el culo, aprendiz de chulo!
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Cuando se levantó seguía tan aturdido que el caballito Manolito le dio el combate por perdido.
MORALEJA: Nunca des nada por ganado hasta que lo tengas bien atado.
Fin
Fin
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