Vanesa, la princesa obesa
Había en el reino de Utopía una princesa llamada Vanesa. Era una princesa obesa, y su boca, con labios de fres, no hacía más que tragar, tragar y tragar y si le hablaban de adelgazar se ponía a gritar.
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-Una tutela hará que deje de comer esa mujer.
Le preguntó el rey Tranquilo mirando para su esposa Filo:
-¿Qué tutela, señora? Una explicación os exijo, y la exijo ahora.
-Mi tutela a Vanesa adelgazará y una joven bella se volverá.
El rey Baltar la vida de su hija acababa de arruinar.
Vanesa acabó custodiada por Simón, el dragón Peleón, que vivía en una cueva del monte del rey Salomón.
Nadaba en lágrimas el rey tranquilo y su esposa filo cuando llegó al castillo un caballero en busca de fama y dinero, y al rey Baltar así le iba a hablar:
-¿Es la recompensa prolija por traer sana y salva a vuestra hija?
-Todo os será dado si cumplís lo acordado.
El caballero, que se llamaba Baldomero, de inteligencia hizo derroche, y por la noche, al bruja Ester fue a ver. Dormida la encontró. La amordazó y a la cueva del dragón Simón la llevó.
El dragón Simón que se llevara un susto del copón. le dijo al campeón:
-Llevaos a la princesa, caballero, que mi vida es lo que más quiero.
-¿Tengo vuestra palabra de dragón Peleón?
-La tenéis, caballero, y mi palabra vale más que el dinero.
La bruja Ester ocupó el lugar de Vanesa, que ya no era obesa, y que al verse liberada, dijo muy airada:
-Así que gordita. ¿Me veis así, caballero de caliente boquita?
El rey Baltar, apodado el Tranquilo, había perdido la paciencia por que su hija y heredera lo traía en vilo, a él y a su esposa Filo. Viéndola comer, comer y comer, ya no sabían que hacer, y por eso llamaron a Ester, una hechicera que creían que era buena pero era mala como una hiena.
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Cuando los vino a ver, le dijo al rey y a la reina, la hechicera Ester.
-Una tutela hará que deje de comer esa mujer.
Le preguntó el rey Tranquilo mirando para su esposa Filo:
-¿Qué tutela, señora? Una explicación os exijo, y la exijo ahora.
-Mi tutela a Vanesa adelgazará y una joven bella se volverá.
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-Adelante con el tratamiento que su gordura nos llena de descontento.
El rey Baltar la vida de su hija acababa de arruinar.
Vanesa acabó custodiada por Simón, el dragón Peleón, que vivía en una cueva del monte del rey Salomón.
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A Teresa de comer se le quitaron las ganas, pues el dragón Peleón solo le daba manzanas.
A Teresa de comer se le quitaron las ganas, pues el dragón Peleón solo le daba manzanas.
Nadaba en lágrimas el rey tranquilo y su esposa filo cuando llegó al castillo un caballero en busca de fama y dinero, y al rey Baltar así le iba a hablar:
-¿Es la recompensa prolija por traer sana y salva a vuestra hija?
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-Pedid y os será dado, caballero osado.
-Como canas no peino... un título de conde y la décima parte de las riquezas de vuestro reino.
-Pedid y os será dado, caballero osado.
-Como canas no peino... un título de conde y la décima parte de las riquezas de vuestro reino.
-Todo os será dado si cumplís lo acordado.
El caballero, que se llamaba Baldomero, de inteligencia hizo derroche, y por la noche, al bruja Ester fue a ver. Dormida la encontró. La amordazó y a la cueva del dragón Simón la llevó.
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El dragón Simón también estaba dormido. El caballero Baldomero su espada en el corazón le colocó y le gritó:
-¡Es vuestra vida o la de la princesita gordita.
El dragón Simón también estaba dormido. El caballero Baldomero su espada en el corazón le colocó y le gritó:
-¡Es vuestra vida o la de la princesita gordita.
El dragón Simón que se llevara un susto del copón. le dijo al campeón:
-¿Tengo vuestra palabra de dragón Peleón?
-La tenéis, caballero, y mi palabra vale más que el dinero.
La bruja Ester ocupó el lugar de Vanesa, que ya no era obesa, y que al verse liberada, dijo muy airada:
-Así que gordita. ¿Me veis así, caballero de caliente boquita?
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El caballero Baldomero tan hermosa la vio que hasta se ruborizó.
-Retiro mis palabras, señora, sois más bella que la aurora.
Regresaron al castillo del reino de la Utopía y todo fueron celebraciones y alegría.
El caballero Baldomero tan hermosa la vio que hasta se ruborizó.
-Retiro mis palabras, señora, sois más bella que la aurora.
Regresaron al castillo del reino de la Utopía y todo fueron celebraciones y alegría.
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Al conde Baldomero le fue dada la décima parte de las riquezas del reino, mas sólo era el principio de su fortuna, pues cuando tuvo el amor de Vanesa, supo que como tener su amor, no había fortuna ninguna.
MORALEJA: De los errores, aunque sean garrafales, también pueden surgir amores inmortales.
Fin
Al conde Baldomero le fue dada la décima parte de las riquezas del reino, mas sólo era el principio de su fortuna, pues cuando tuvo el amor de Vanesa, supo que como tener su amor, no había fortuna ninguna.
MORALEJA: De los errores, aunque sean garrafales, también pueden surgir amores inmortales.
Fin
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