Isabel, la hija de la hechicera Anabel

                              
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En tiempos muy lejanos cuando hablar de reyes y reinas, príncipes y princesas,  hechiceros y hechiceras, quimeras y dragones, era continuo tema de conversaciones.  En una humilde casa nació una niña. Era hija 
del rey Genaro y de la campesina Cristina.
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El rey llevó a la niña al castillo del reino de la Estrella, pero esa noche desapareció y por más que la buscó no encontró, ni a ella ni a su madre, la campesina Cristina. El rey lloró, lloró. y lloró. Desde ese día malo se volvió.
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Dieciséis años mas tarde, el rey Genaro, cogió una enfermedad a la piel, y de su escolta acompañado, y algo cabreado, fue con soldado a pedirle un ungüento a  la hechicera Anabel, una hechicera de un lejano lugar de la que había oído hablar. Encontró a una joven muy hermosa frente a la casa de la hechicera Anabel y se olvidó de su piel

-¿Quién sois criatura de inigualable hermosura?

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-Soy Isabel, la hija de la hechicera Anabel.
-¿Y vuestra madre adónde fue, linda flor?
-A buscar hierbas al bosque, señor?
El rey Genaro, que se volviera  raro, raro, raro. A Isabel le quiso un beso robar y con un puño en un ojo se iba a encontrar.
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-¡Guardia, prended a esta doncella!  Y... ¡Al calabozo con ella!

Es soldado que iba con el rey  


llevó al calabozo a Isabel, la hija de la hechicera Anabel.

La hechicera Anabel, al enterase de la canallada al dejó su morada y se fue al rescate de su hija Isabel. En una sal del castillo al rey de mala manera miró, y lo amenazó.


-Soltad a mi hija y no os haré mucho mal, chacal.
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El rey se enfadó,  y así le habló:

-¡Yo soy el rey Genaro y ante nadie me paro!
-¡Y yo Cristina, la campesina, vieja ruina!

El rey quedo pensativo, y tenía motivo.

.¿Qué has dicho, bicho?
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-Que yo soy la campesina que de vos estaba enamorada a la que quitasteis la hija y dejasteis abandonada, Isabel es vuestra hija, señor sin honor.

El rey a su hija soltó. Llorando a ella se abrazó y bueno de nuevo se volvió. 

Isabel, años después se casó, y en el reino de la Estrella reinó.

MORALEJA: Para quien espera y para quien no espera, detrás del invierno siempre llega la primavera.


                                                    Fin
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