El sabio Octavio e Isabel, la pelirroja blanca de piel
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El sabio le iba a responder:
La joven no se dio por vendida, pues era muy atrevida.
Vivían en la misma ciudad, Octavio, un sabio ciego y viejo que a las personas daba respuestas y consejos, e Isabel, una joven pelirroja, blanca de piel, e imprudente, que se creía muy inteligente, y que al sabio, paradigma de la prudencia, por ser ciego, quiso dejar en evidencia.
El sabio estaba en el piso de su casa sentado cuando llegó Isabel a su lado.
-Mi nombre es Isabel y me gustaría con su ayuda solucionar alguna duda.
-Pregunta, mocita, pregunta, bonita.
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-¿Qué par de ojos son más hermosos, los ojos verdes, los marrones, los negros, los avellana o los azulones?
El sabio le iba a responder:
-Son igual de hermosos todos los ojos que pueden ver, mujer.
La joven no se dio por vendida, pues era muy atrevida.
-¿Y qué es más fuerte, una roca o una gotita de agua? Una gotita
pequeñita.
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El sabio se percató de que quería burlarse de él, pero no se enfadó, sino que su sabiduría empleó.
-¿Quién es más necio, doncella, la que pregunta una necedad o quien que da respuesta ella?
-¿Me está llamando ignorante, farsante?
-La mujer que pregunta sabiendo la respuesta, de inteligencia no anda muy puesta.
-¡La sé yo, pero usted no!
-Anda, vete por donde has venido, y ojala esa gotita te caiga en la cabecita miles de millones veces, a ver si la horada y mete dentro algo de sabiduría porque hoy en día ahí dentro no hay nada.
Moraleja: Quien a burlarse de alguien está dispuesto a salir burlado está expuesto.
Fin
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