El coyote Pepote y la tortuga Beluga
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Una mañana estaba el coyote Pepote de caza en lo que él llamaba su plaza, o sea, el bosque de la Linaza cuando vio venir a la tortuga Beluga y se agachó detrás de una roca mientras se le hacía agua la boca.
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Cuando la tortuga a su lado llegó a ella se abalanzó. La tortuga Beluga en su caparazón se escondió, y así le habló:
-¿Te pensabas que no te había visto, listo?
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-¡¡Asoma la cabeza!!
-Me da pereza.
-¡Ya la asomarás, hija de Barrabás!
-Espera sentado, malhablado.
Tres día después, le acabó diciendo a la tortuga Beluga el coyote Pepote:
-No es que me de por vencido pero ya estoy aburrido, además, mala de ver, casi no tienes que comer.
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La tortuga Beluga al ver que se iba, sacó la cabecita y dijo muy contentita:
La tortuga Beluga al ver que se iba, sacó la cabecita y dijo muy contentita:
-Di mejor que soy un bombón, un manjar que no está al alcance de tu paladar.
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-¿Un bombón? No eres más que caparazón.
-Chao, difícil de ver, y reconoce que esta vez no pudo ser.
-¿Un bombón? No eres más que caparazón.
-Chao, difícil de ver, y reconoce que esta vez no pudo ser.
-¿Pero tú de que vas? ¡Jamás! No lo reconoceré jamás.
El coyote Pepote, burlado y enfadado, se fue con la música a otro lado.
Moraleja: Lo que no puede ser, no puede ser, y ciego está quien así no lo quiere ver.
Fin
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