El rey Teodoro y Ana, ricitos de oro
Hace más de diez centurias, cuando los nobles hacían pasar a la plebe penurias, había un rey que se desvivía por sus ciudadanos. Fue el primer rey defensor de los derechos humanos. Teodoro se llamaba y a los más necesitados ayudaba.
-Veréis majestad, yo soy pobre de solemnidad, pero si quince monedas de oro me pudieseis prestar, la próxima vez que os venga a visitar, en vez de dos garrafones de vino os traeré dos toneles, hermosos como dos claveles.
El rey Plantó vides tarde, mediodía y mañana, y día tras día le llevaba de comer Ana. El rey tanto la aduló que de él se enamoró.
El trabajo se terminó, y en un descuido, Teodoro, a Ana, Ricitos de oro besó.
Y la luz del día llegó, y Ana, la sorpresa de su vida se llevó.
Un mes más tarde con Teodoro se casó y en reina se convirtió.
MORALEJA: El amor no distingue entre aldeano o gitano, entre rey, reina, príncipe o princesa con boquita de fresa. Nace cuando menos se espera y crece como las flores en primavera.
Fin
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Un día recibió a un campesino que de regalo le traía dos odres de vino.
Un día recibió a un campesino que de regalo le traía dos odres de vino.
-Veréis majestad, yo soy pobre de solemnidad, pero si quince monedas de oro me pudieseis prestar, la próxima vez que os venga a visitar, en vez de dos garrafones de vino os traeré dos toneles, hermosos como dos claveles.
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-Lo que queréis es medrar y a cambio dos toneles de vino me queréis dar.
-No señor, quiero hacer algo mejor. Con mis ganancias, después de plantar y recolectar, a otras personas necesitadas quiero ayudar.
-Bella idea. A mi tesorero diré que os de el dinero.
-Lo que queréis es medrar y a cambio dos toneles de vino me queréis dar.
-No señor, quiero hacer algo mejor. Con mis ganancias, después de plantar y recolectar, a otras personas necesitadas quiero ayudar.
-Bella idea. A mi tesorero diré que os de el dinero.
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En tiempo de plantar, el rey Teodoro que sólo tenía treinta abriles y desconfianzas miles, quiso saber si prestara bien el oro, o si lo engañara un campesino con poco decoro, así que fue a pedir trabajo con ropas muy usadas y remendadas a las tierras del campesino que le debía quince monedas de oro y dos toneles de vino. Teodoro se encontró con Ana, a la que apodaban Ricitos de Oro, una joven muy hermosa, más que hermosa, preciosa.
-¿Sabéis dónde puedo encontrar a quien me pueda contratar para trabajar?
-¿Sabéis dónde puedo encontrar a quien me pueda contratar para trabajar?
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-Ya la habéis encontrado...
-¿Desarrapado?
-No iba a decir desarrapado, pero por vestir como vestís quedáis contratado.
-Vuestra magnanimidad es sólo comparable a vuestra beldad.
-Seguid así y ya os veo lejos de aquí.
-¿Negáis que sois preciosa? A vuestro lado una rosa no tiene color ni aroma. La belleza de un ruiseñor es una broma...
-Ya la habéis encontrado...
-¿Desarrapado?
-No iba a decir desarrapado, pero por vestir como vestís quedáis contratado.
-Vuestra magnanimidad es sólo comparable a vuestra beldad.
-Seguid así y ya os veo lejos de aquí.
-¿Negáis que sois preciosa? A vuestro lado una rosa no tiene color ni aroma. La belleza de un ruiseñor es una broma...
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-¿Habéis venido a trabajar o a adular?
-A trabajar, luz estelar
-Pues callad, majo, o os quedaréis sin trabajo Mañana aquí, a la primera hora,
-Si, señora.
-¿Habéis venido a trabajar o a adular?
-A trabajar, luz estelar
-Pues callad, majo, o os quedaréis sin trabajo Mañana aquí, a la primera hora,
-Si, señora.
El rey Plantó vides tarde, mediodía y mañana, y día tras día le llevaba de comer Ana. El rey tanto la aduló que de él se enamoró.
-¿Qué habéis hecho? ¡El corazón me quiere salir del pecho!
-No es sólo el vuestro señora de mi noche y de mi aurora. El mío es un caballo desbocado que de una diosa de ha enamorado. Mas sé donde estoy... un desarrapado soy.
-A mi padre no le importará vuestro ropaje, que no es la ropa la que hace al rey, rey, ni al paje, paje.
-No es sólo el vuestro señora de mi noche y de mi aurora. El mío es un caballo desbocado que de una diosa de ha enamorado. Mas sé donde estoy... un desarrapado soy.
-A mi padre no le importará vuestro ropaje, que no es la ropa la que hace al rey, rey, ni al paje, paje.
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-Entonces a vuestro padre pediré vuestra mano mañana por la mañana. ¿Estáis de acuerdo, reina mía?
-Ya me tarda que llegue la luz del día.
-Entonces a vuestro padre pediré vuestra mano mañana por la mañana. ¿Estáis de acuerdo, reina mía?
-Ya me tarda que llegue la luz del día.
Un mes más tarde con Teodoro se casó y en reina se convirtió.
MORALEJA: El amor no distingue entre aldeano o gitano, entre rey, reina, príncipe o princesa con boquita de fresa. Nace cuando menos se espera y crece como las flores en primavera.
Fin
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