Aitor, el gato Seductor


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En Carrascás, el País donde los cangrejos no caminan para atrás, vivía Aitor, un gato al que apodaban El Seductor.
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El Sedutor se creía un artista porque iba de conquista en conquista, y lo peor era que presumía de romper corazones como su fuesen melones. Mas ocurrió que un día se le acabó la alegría. Se la quitó su nueva vecinita, la gatita Lucita.
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Os lo cuento en un momento, pero antes os diré, para que entendáis el cuento, que en la antigüedad no había aseos ni en el campo ni en la ciudad, y cuando apretaba la necesidad lo normal, era hacerlo en un orinal, y por las noches, o por las mañanas, al grito de: "¡Agua va!", las vaciaban por las ventanas.

Una noche estrellada, Aitor, ejerciendo de seductor, se puso a recitar bajo la ventana de la gatita Lucita.

-Hermosa princesa, con piel suave como el algodón, sale al balcón...

Se oyó gritar a la gatita Lucita, que había cogido el orinal con la colita:

-¡¡Agua va!!

La gatita Lucita vació el orinal lleno de pis sobre Aitor, el gato seductor.
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Refunfuñó el gato, malhumorado y de pis empapado:

-¡En mis garras caerás y ya verás!

La noche siguiente le dio otra serenata para que cayese en sus garras la gata.

-Dulce gatita, de bellos ojos, de bellas patitas...

Se volvió a oír a la gatita decir:

-¡¡Agua va!!

Esta vez el orinal estaba lleno de pis y caca apestosa, de caca asquerosa.
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El gato Aitor se le quitaron los aires de Seductor.

-¡Qué asquerosidad! ¡Cómo puede tener tanta maldad!

La gatita Martita, que por allí pasaba, al ver al gato lleno de caca y de pies em reírse no tardó ni un tris. Luego le dijo entre sonrisas al seductor de las cornisas:

-Se va a enterar todo el País que una gatita te cubrió de caca y de pis. 
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Aitor, el gato seductor, de Carrascás se machó y jamás regresó, por eso no se enteró de que Lucita era sordita. 

MORALEJA: Si te ríes de la gente y lo vas diciendo por ahí, cuando pueda, la gente se reirá de ti.

                                    Fin
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