El halcón, el águila y la paloma
Estaba el halcón peregrino Faustino y el águila calva Salva oteando un camino y dijo el halcón en plan fanfarrón:
-No es por presumir, ni por darme valor, pero soy el mejor volador. Soy rápido como un rayo. Cazando no tengo fallo.
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El águila calva Salva no pensaba igual.
-Yo soy la mejor ave voladora. Soy letal. Cazando no se me escapa ningún animal. Debes llamarme majestad y no mostrar vanidad.
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Estaba enfrascados en la conversación el águila y el halcón cuando pasó volando sobre una loma una blanca paloma. Le dijo el halcón peregrino Faustino a el águila calva Salva:
-Ahora mismo te voy a enseñar que es volar.
Le dijo la águila él lanzándose en picado:
-¿Tú a mí, atrasado?
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La paloma Roma comenzó a girar. ¡La que se iba a armar! El halcón peregrino Faustino y la águila calva Salva se dieron de bruces. Vieron estrellas y cruces. Fue un tremendo coscorrón. Fue como si los atropellara un camión.
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Sobre la hierba mojada, le dijo, medio atontada, el águila calva Salva al halcón peregrino Faustino:
-Suena a broma pero vuela mejor que nosotros una paloma.
Moraleja: Por muy bueno que seas haciendo algo siempre puede haber alguien con más ímpetu lo haga mejor que tú.
Fin
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