Las princesas siamesas
En tiempos el que las leyes eran leyes y los reyes, reyes, en el país de las Enredaderas Traviesas, vivían dos princesas siamesas, se llamaban Ana y Juana y eran más hermosas que una soleada mañana.
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Su padre y su madre, El rey Simón y la reina Isabel, que eran dulces como la miel, se lo tomaban con resignación pues la cosa no tenía solución. Mas sabían que al faltar ellos una de las dos tenía que reinar, ya que si las dos se ponían a reinar, se reiría de ellas cuando las fuesen a visitar.
-Yo perderé el brazo -le dijo Ana a Juana.
El mago Lago, que era un viejo amargado y descarado, les dijo, enfadado:
-¡A ver si os ponéis de acuerdo! Pero no olvidar que la que pierda el brazo en mi cueva para siempre se va a quedar.
Juana no iba a dejar que se sacrificase su hermana Ana.
-Pero atractivo como no hay dos, por eso soy yo la que se va a quedar con vos.
El mago Lago. que presumía de ser malo, les dijo con cara de palo.
El mago Lago en su cueva las durmió y con magia las separo. Al despertar, las princesas con dos brazos cada una se iban a despertar, y como ninguna perdiera el brazo, ninguna con el mago se tenía que quedar.
MORALEJA: El amor, en buena fe dado, acaba siempre recompensado.
Fin
-La única solución es volver a hablar con el mago Lago -le dijo a su esposa el rey Simón.
-El mago Lago pide un precio muy elevado.
-Nuestras hijas tendrán si lo quieren pagar para que una de ellas pueda reinar.
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Las princesas siamesas al mago Lago, a una cueva fueron a visitar y así les iba a hablar:
-Un brazo tendré que amputar y la que lo pierda conmigo se tiene que quedar.
-Yo perderé el brazo -le dijo Ana a Juana.
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-No hermana, yo me quedó con él, mi piel no es tan buena como tu piel.
El mago Lago, que era un viejo amargado y descarado, les dijo, enfadado:
-¡A ver si os ponéis de acuerdo! Pero no olvidar que la que pierda el brazo en mi cueva para siempre se va a quedar.
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Ana le dijo al mago Lago, bajo la atenta mirada de Juana:
-Cortádmelo a mi. Me quedaré aquí, y seré dichosa como una mariposa.
-¿Seréis dichosa sabiendo que soy un viejo carcamal que todo lo ve mal?
-Cortádmelo a mi. Me quedaré aquí, y seré dichosa como una mariposa.
-¿Seréis dichosa sabiendo que soy un viejo carcamal que todo lo ve mal?
Juana no iba a dejar que se sacrificase su hermana Ana.
-Pero atractivo como no hay dos, por eso soy yo la que se va a quedar con vos.
El mago Lago. que presumía de ser malo, les dijo con cara de palo.
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-De verdad que me admira el amor que os profesáis, flacas, pero mentís como bellacas.
El mago Lago en su cueva las durmió y con magia las separo. Al despertar, las princesas con dos brazos cada una se iban a despertar, y como ninguna perdiera el brazo, ninguna con el mago se tenía que quedar.
MORALEJA: El amor, en buena fe dado, acaba siempre recompensado.
Fin
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