Vera, la hija de la reina hechicera


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En el reino de de Florilandia donde cada flor tenía una exquisita fragancia, vivía la princesa Vera, que era hija de una reina hechicera. Vera caprichosa y si algo deseaba a su madre camelaba.
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Iba a llegs un día al castillo de Florilandia un príncipe muy apuesto que se llamaba Ernesto.


El príncipe estaba de paso y estaba prometido, mas la princesa Vera por el perdió el sentido.
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La princesa Vera, fue a hablar con su madre,
Galera, la reina hechicera.


-Hacedme  un hechizo de amor poderoso, quiero que ese príncipe sea mi esposo.
-Muy fuerte os ha dado, hija mía, para querer perder vuestra amada soltería.
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-¡Tiene que ser mío! El me dará calor cuando tenga frío.
-¿Os habéis parado a pensar, mi linda flor, por qué nunca hago pócimas de amor?
-No, señora, pero llegó la hora.


-Sí, llegó la hora de deciros que en mala hora hechicé a vuestro padre del que estaba enamorada porque hasta el día en que murió me sentí desgraciada.
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-¡Hacedme esa pócima, esa bebida, o me quito la vida!
La pócima fue hecha, y cuando Ernesto se iba del castillo del caballo se cayó, una pierna se rompió, Vera lo cuidó y de ella se enamoró.
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Un año después, Vera, lloraba desconsolada. La reina Victoria le preguntó, preocupada:
-¿Qué os pasa, ángel de mi calma? Veros llorar me rompe el alma.
-Que soy una desgraciada, madre amada. Lo amo, y él me ama más que a nada...
-Pero estáis embarazada y pensáis que todo lo logrado a otra se lo habéis robado, pues en su interior es de ella de quien está enamorado. 
-¿Qué puedo hacer para reparar todo el daño que logré causar?
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-Tomad el resto del brebaje que hice yo y que él tomó. En él está la clave, y sé que ese brebaje lo tenéis guardado bajo llave.

Vera fue a buscar el brebaje de su desgracia, delante de su madre lo bebió, y exclamó:

-¡Esto es agua, mamá!
-Agua del río Blanco. Agua pura, como el amor de vuestro esposo, criatura.

MORALEJA: El amor es como una enredadera y se enreda a quien él quiera.

                             Fin
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